Toledo

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¿Puy du fou? ¿En Toledo, el corazón de España? ¡Vaya nombre para un parque temático! Vale que se trate de una idea francesa, pero ese francés tampoco se entiende... Estos son algunos de los comentarios que algunos se hacen al oír hablar de este sorprendente –no solo en el nombre– parque. Hay parte de razón porque se trata de una versión española de un consolidado parque que lleva más de 40 años funcionando en Francia.

Al parecer el nombre es la traducción del francés antiguo de «Colina de las hayas» y el de un antiguo castillo no muy lejos de Nantes (ciudad natal de Julio Verne) donde se fundó Puy du fou en 1977. Un año después se inauguraba la primera atracción que fue visitada por 80.000 espectadores. Reconocido como el mejor parque de atracciones del mundo, hoy ofrece una veintena de espectáculos (en uno de ellos se recrea un circo romano con carreras de cúadrigas, leones y gladiadores), el último de ellos dedicado al gran poeta francés, Jean de La Fontaine, otras tantas aldeas y miles de artistas.

Pero el nombre y su origen es lo de menos. Han debido pasar más de 40 años para que Puy du Fou llegara a España en 2019, primero tímidamente, con apenas el espectáculo «El sueño de Toledo» y algunos pequeños restaurantes. La pandemia paralizó todo, o casi, porque en este tiempo se ha conseguido consolidar lo que el parque es hoy, reinaugurado el pasado 27 de marzo. Pero hay trabajo por delante, hasta que esté casi completado, en 2028. La siguiente etapa de Puy du Fou, al parecer, será Shanghái.

El recuento de cifras da idea de su dimensión: 242 millones de inversión total, 30 hectáreas de naturaleza, aparcamiento para miles de vehículos, kilómetros de caminos y senderos sin asfaltar para no comprometer el medio ambiente, cuatro nuevos grandiosos espectáculos, cuatro poblados históricos, decenas de talleres y tiendas, restaurantes con capacidad para 5.000 personas, 300 actores especialistas, 50 caballos, 500.000 visitantes en apenas seis meses y, como broche final, su magnífico espectáculo nocturno 'El Sueño de Toledo' en un escenario de 5 hectáreas y 3.900 m2. de decorado, el más grande de España.

La grandiosidad del parque y su oferta puede abrumar, por eso estos son los diez consejos del periodista especializado en turismo, Enrique Sancho, más uno, para poderlo disfrutar a tope y sacarle el máximo partido.

Uno. Visitar su web y organizarse

Lo primero es entrar en la web www.puydufou.com, informarse bien de todo lo que el parque ofrece y preparar la visita. Hay que saber en primer lugar los días en que está abierto y si solo se puede visitar el parque de día o también con el espectáculo nocturno «El sueño de Toledo». Se han ampliado los días en que el parque está abierto, hasta el 12 de diciembre, aunque en noviembre y diciembre no se programa el espectáculo nocturno y el cierre es a las 18:30. También hay que ver los distintos precios de las entradas, según la modalidad que se elija, y los pases preferentes que permiten mejores lugares en los espectáculos y con el «Pase emoción» entrada prioritaria sin guardar colas, muy recomendable en los días de mucha afluencia que son casi todos. Una buena idea es descargarse la aplicación y organizar la visita con el plano interactivo.

Dos. Llegar con tiempo y de forma cómoda

Puy du Fou España se encuentra a las afueras de Toledo. Se puede acceder al parque por la CM40 (Salida 13), a tan sólo 55 minutos de Madrid en coche. Hay aparcamiento de tierra gratuito para miles de coches muy bien organizado, también para autocaravanas, aunque no se puede pernoctar en ellas, minusválidos y autobuses. Eso sí, hay que ir bien calzado porque el suelo es de tierra en el parking y en el parque y hay casi un kilómetro desde el aparcamiento a la entrada y varios más en el interior. Si no quieres complicarte la vida conduciendo Puy du Fou tiene un servicio de autobuses de lujo con salida desde Madrid y Toledo con diferentes opciones y horarios.

Tres. Organizar el recorrido

Lo mejor es ir con las entradas sacadas previamente impresas en papel o en formato digital para no tener que aguantar colas en las taquillas. Se ofrece una guía gratuita del parque con los distintos horarios de los espectáculos y hay que organizarse la visita. Una forma original de recorrer el parque, sobre todo si se va con niños, es apuntarse a «Tesoros escondidos», preguntar por Guzmán, el espartero de La Puebla Real que explicará en qué consiste el juego mientras se recorre el parque, con el que conseguir algunos premios. Nada más entrar llama la atención la autenticidad de los decorados. Piedra, ladrillo, madera, alfarería, cestos... todo es original y reflejo de cada época. También la abundante vegetación, alguna todavía en ciernes, pero muy cuidada. Hay 5.000 árboles plantados para transformar lo que era un paisaje áspero.

Cuatro. Recorrer los pueblos medievales y comer en ellos

Un primer recorrido por el parque permite descubrir los cuatro pueblos y aldeas muy bien recreados y, de paso, ir eligiendo los lugares donde comer y hacer compras. Hay mucho donde elegir: nada menos que 24 restaurantes, bares y terrazas y una docena de talleres artesanos y sus respectivas tiendas. El primero que se encuentra, y el último al finalizar el espectáculo, es El Arrabal, nombre que en la antigüedad gente de todos los orígenes y culturas desempeñaban sus actividades comerciales, hoy los visitantes de Puy du Fou España pueden disfrutar de lo mejor de la gastronomía española –y otra no tan buena pero rápida– en un entorno inspirado en el siglo XIII. Desde la parrilla de El Rincón del Herrero hasta la cerveza artesana de El Llagar de Covadonga, en El Arrabal se puede disfrutar en familia, o entre amigos, de amplias terrazas durante todo el día. Es el sitio perfecto para hacer una pausa antes de seguir con el viaje en el tiempo.

La Puebla Real está dedicada a los artesanos. Paredes de piedra y vieja madera, puertas arqueadas y antiguos tejados, que acogen a los mejores artesanos de la ciudad: damasquinadores, bordadores o alfareros, entre otros; además de otras estancias como La Casa del Judío o El Salón de Armas. Personajes como el Tuerto Miguel, que escancia los mejores vinos del lugar en su Bodeguita, o María del Valle, que sirve los más exquisitos platos castellanos para degustar en su Mesón del Buen Yantar son buenas opciones. El Askar Andalusí reproduce el campamento del gran califa Abderramán III, los fastos de Al-Ándalus. Ahí, entre jaimas, se descubre la vida cotidiana de un auténtico campamento morisco. Se encuentran oficios como maestros cereros y vidrieros, mientras se huele a miel y almendras procedentes de El Alatar de La Favorita, donde se pueden comer productos de gran tradición omeya. La visita a Puy du Fou España merece una parada en La Venta de Isidro. Aquí se puede descubrir la vida rural de la Edad Media. Detalles tan realistas que harán sentirse uno más de la época. Un descanso mientras se prueba los mejores productos directos de la tierra al plato.

Cinco. Ver volar, y más, decenas de aves

Toca ya, una vez controlado el parque y sus tentaciones empezar con sus espectáculos que se representan cuatro o cinco veces al día. Se puede empezar con «Cetrería de Reyes», el único que es al aire libre. Batallas no sangrientas entre halcones, serpentarios y grullas del califato frente a los búhos, águilas y milanos castellanos. Todo comienza con el conde Fernán González de Castilla que viene de embajada, para aceptar la tregua y regalar al califa un águila real en señal de paz. En respuesta, el califa cetrero le enseña sus azores. Comienza entonces una justa sin armas, duelo de esplendores volantes donde se encuentran dos tradiciones de cetrería: la gran cetrería de alto vuelo de los califas árabes y la cetrería romano-visigoda que practican los príncipes cristianos. Abderramán y su invitado rivalizan así en esplendor con deslumbrantes aves, lechuzas comunes, gavilanes, milanos negros, cigüeñas, halcones, grullas, buitres leonados, buitres reales, aves ratoneras y los cárabos... así hasta 200 en una coreografía natural y espectacular, y se llegue a cubrir el cielo durante el final con las grandes aves blancas del Guadalquivir y del Ebro, para celebrar la boda del joven príncipe con su amada mora.

Seis. Las andanzas del acróbata Lope de Vega

Es el turno del primero de los tres grandes espectáculos cubiertos. Y trata un tema recurrente que sigue de actualidad: el robo de la autoría de textos. El Gran Corral de Comedias luce sus mejores galas. Don Fernán Gómez, corregidor de Toledo, se estrena como autor de teatro con su obra Fuenteovejuna. Nadie en la ciudad se lo quiere perder. Pero las cosas no salen según lo previsto. Al parecer, el verdadero autor de la obra no es quien dice ser... El ingenioso, impetuoso e impávido Lope de Vega viene a recuperar lo suyo: que el corregidor le haya robado su obra, poco le importa al Fénix de los Ingenios, pero que intente violentar a Laurencia su novia y atentar contra la vida del rey, el dramaturgo peleón no lo puede permitir. Hará saber que en Toledo se honra a quien lucha a pluma y espada. Pero tras la trama lo importante es la espectacular actuación de todos los actores-bailarines-acróbatas-espadachines..., en especial el que protagoniza Lope de Vega que vuela por los aires como las rapaces del espectáculo anterior, mientras los decorados van suplantándose de forma magistral y exhibiendo una tecnología fuera de lo común, poco vista en otros parques.

Siete. Un viaje con Cristóbal Colón de compañero

Para el siguiente espectáculo no hay que esperar colas ni aguardar horarios ya que el público accede de forma continuada. La aventura es acompañar a Colón en su viaje a oriente desde occidente, al final Catay y Zipango esperan, un Nuevo Mundo por descubrir. Con fascinantes efectos especiales para experimentar las sensaciones de alta mar, mientras las paredes de la nao tiemblan, el suelo se mueve y en ocasiones entra el agua de mar, se dejar atrás el puerto de Palos y el bullicio de los últimos preparativos de la expedición. Se pasa de un camarote a otro del barco siguiendo el ritmo de la expedición que llevó a un puñado de hombres al gran descubrimiento, aquel 12 de octubre. La decoración y los elementos que se llevan a bordo es impresionante, los sonidos, los olores, todo lleva a sentirse compañero de los hermanos Pinzón, de Rodrigo de Triana o del propio Cristóbal durante la travesía y a disfrutar al final de la travesía con las espléndida recreación de una playa del Caribe con sus plantas tropicales, su arena blanca y sus aguas trasparentes. Diez minutos de recorrido para no olvidar.

Ocho. La vida –y el escenario– gira en torno a El Cid

Cuando uno entra en el local donde se va a representar «El último cantar» siente un poco de decepción después del monumental escenario del espectáculo de Lope de Vega con varios cambios de gigantescos decorados. La idea se mantiene cuando comienza la acción con un joven Rodrigo Díaz de Vivar domando a Babieca en un reducido ambiente. Pero la sorpresa llega cuando a ese le suceden hasta media docena de nuevos escenarios, magníficamente ambientados donde tienen lugar las sucesivas escenas. Y para cubrir más algunos de ellos, la zona de asientos gira hasta 90 grados para que los más de 2.000 espectadores no pierdan detalle. La vida del Cid va transcurriendo de escena en escena, con cientos de actores, caballos que incluso ejecutan torneos, lujosos vestidos, excepcionales proyecciones hasta su batalla final en Valencia donde «venció después de morir». Maravillosa escena final sobre las aguas –otra constante en los espectáculos de Puy du Fou–.

Nueve. 1.500 años de historia de España en 80 minutos

Naturalmente, falta lo mejor, el esperado «Sueño de Toledo». Del Reinado de Recaredo a las Navas de Tolosa, del descubrimiento de América a la llegada del ferrocarril y la España de hoy (con una discreta referencia a la Guerra Civil); este gigantesco lienzo emociona y transporta a los espectadores a través de 1.500 años de Historia representada por 200 actores y con unos espectaculares efectos especiales sobre un inmenso escenario de 5 hectáreas. Un espectáculo nocturno único en el mundo en el que la Historia cobra vida, cruza las murallas de la ciudad y atraviesa las profundidades del río. Más de 2.000 personajes, cambiándose de ropa (más de 1.700 trajes de época) a una velocidad pasmosa y con unos espectaculares efectos especiales que incluyen 800 proyectores, 28 videoproyectores, 60 surtidores de agua y fuegos artificiales. Todo ello en un grandioso escenario, tal vez un poco excesivo en el que a veces se pierden los actores, y con una gran mancha de agua que representa al Tajo y en la que se remojan los bailarines produciendo un efecto realmente sorprendente.

Durante el espectáculo no hay un minuto de respiro. El potente sonido y la música, los efectos especiales de agua y fuego, los cambios en la arquitectura del decorado gracias a las proyecciones –espectacular la transformación de los edificios medievales a la creatividad islámica– y algunos efectos sorprendentes como la aparición de Colón a bordo de su carabela de regreso a España, surgiendo de las aguas, llenan de asombro a los rendidos espectadores. Hay momentos sublimes, como la invasión árabe con el decorado en rojo, los indígenas llegados de América bailando sobre las aguas o la expulsión y huida de los franceses –gabachos dice el guión–, todo un detalle de la empresa francesa propietaria del proyecto, que fue uno de los instantes más aplaudidos. Aunque algunos expertos han criticado el enfoque histórico, la combinación de historia y leyenda y algunos saltos en el recorrido (se pasa de Carlos I a Napoleón sin una referencia a esos 300 años), los responsables de Puy du Fou no se inmutan. «No somos historiadores –dice el consejero delegado de Puy du Fou España, Erwan de la Villéon–. Queremos que la gente salga de aquí sintiéndose orgullosa de sus antepasados». Y vaya si salen orgullosos del pasado y asombrados del espectáculo, con el público aplaudiendo puesto en pie y los actores saludando repetidas veces.

Diez. Una buena idea para evitar atascos

Cuando los 4.000 espectadores abandonan ordenadamente –más aún por el tema Covid– el local, naturalmente se produce un atasco de público camino de la salida y el parking. Sin embargo se ha tenido la buena idea de mantener abiertos los locales de El Arrabal, el resto ha cerrado a las 8 de la tarde, con música en vivo y comidas y bebidas disponibles. De ese modo quienes no tienen prisa por volver a casa y quieren ahorrarse la inevitable caravana de coches saliendo, pueden tomar «la última» o hacer una «recena» y regresar cuando el atasco haya terminado. Una buena idea.

Uno más. Rendir visita a la ciudad de las tres culturas

El recorrido por Puy du Fou es impresionante e imprescindible, pero no se entendería bien no hacer una breve, o no tan breve, visita, antes o después, a Toledo que es la principal protagonista de mucho de lo que se ha visto en el parque temático. En apenas diez minutos se llega a la ciudad y allí esperan su catedral y sus mezquitas, sus sinagogas y su Alcázar, El Greco y el Puente de Alcántara, la Puerta de la Bisagra y el bario judío, los miradores y el casco antiguo y, por supuesto, la perdiz y las truchas, las carcamusas y el cochifrito, el mazapán y las toledanas. Hay mucho que ver... y comer en Toledo, a un paso de Puy du Fou.